viernes, 14 de junio de 2013

El botiquín del s.XIX


Durante la segunda mitad del s.XIX y principios del XX se puso de moda la ingesta de alcaloides sedantes para el tratamiento casi de cualquier dolencia. No importaba que en realidad sólo valiera como tratamiento paliativo, lo cierto es que la gente se sentía mucho mejor y era lo importante. Teniendo en cuenta que la farmacología moderna estaba en pañales y las curas definitivas a penas existían, el mejor método que podía existir era el colocón.



Opio
El empleo médico del opio se remonta al Antiguo Egipto, donde muchos jeroglíficos hablan del extracto de las adormideras y lo recomiendan como analgésico y calmante. Uno de sus empleos reconocidos era evitar que los bebés gritasen fuerte. El opio tebaico aparece mencionado ya por Homero en La Odisea, como algo que “hace olvidar cualquier pena”.

Adormidera
Los griegos la cultivaban y utilizaban con fines lúdicos y medicinales: como analgésico, en forma de infusiones o con el opio en bruto para el dolor de muelas, como anti-diarreico, fiebres y para hacer dormir a los niños. Hipócrates es el que le da su nombre actual a la droga, que traduce “opós mekonos”: extracto de adormidera. Se recomendaba como tratamiento para la histeria femenina, lo que se consideraba “sofocación uterina”.

Flor de adormidera
En la antigua Roma la demanda de opio excedía la oferta, por ello es que se llegaba a adulterar. Los romanos acuñaron monedas con la figura de la adormidera. En su libro Materia médica, que es el tratado farmacológico más influyente de la Antigüedad, se describe el opio como algo que “quita totalmente el dolor, mitiga la tos, refrena los flujos estomacales y se destina a quienes no concilian el sueño”.

Morfina
El desarrollo más significativo en la historia del uso del opio, ocurrió cuando en 1803, el químico alemán F.W. Sertümer logra aislar el alcaloide principal del opio, denominándolo morfina, en relación con Morfeo, en la mitología griega, Morfeo es el dios de los sueños. El medicamento fue comercializado por primera vez por Sertürner en 1817 como un analgésico, y también como tratamiento para la adicción al opio y alcohol. Más tarde se descubrió que la morfina era más adictiva que el alcohol o el opio.

 F.W. Sertümer

A partir de este descubrimiento, rápidamente sucedieron otros como la codeína en 1832 o la papaverina en 1848. Comienza entonces a difundirse en el mundo médico el uso de los alcaloides puros en reemplazo de los preparados del opio.

Heroína
En 1883, Heinrich Dreser aisló un opiáceo nuevo gracias a la acetilación del clorhidrato de morfina, con lo cual obtuvo diacetilmorfina, que se empezó a comercializar en 1898 por el laboratorio Bayer con el nombre de "heroína". Se cree que el nombre de "heroína" se deriva de la palabra "heroica".


La heroína se utilizó principalmente para tratar la tuberculosis, tan extendida por aquel entonces, por su capacidad para suprimir el reflejo de la tos, y como sustituto de la morfina pensando que era menos adictiva. Esto se vio facilitado por el hecho de que se creía que la heroína producía menos euforia y desviaciones mínimas en el comportamiento y la inteligencia. A principios del s.XX, la heroína fue vendida como un sustituto de la morfina y de los medicamentos para la tos de los niños. Más tarde se descubrió que la heroína se convertía en morfina al ser absorbida por el hígado. En poco tiempo se demostró que la adicción a la heroína era mucho peor que la de la morfina.

Desde 1920 a 1930 la heroína fue utilizada en algunos países para la terapia de reemplazo en pacientes con adicción a la morfina y la cocaína. Además, en las farmacias alemanas se podía adquirir heroína hasta 1971.

Cocaína
Otro de los alcaloides utilizados para tratar la dependencia a la morfina fue la cocaína. Se obtiene de la hoja de coca, planta que crece en Sudamérica, de la cual existen 200 variedades de las cuales sólo 4 producen dicho alcaloide. La cocaína es un estimulante que funciona mediante la modulación de la dopamina, un neurotransmisor que se encuentra en ciertas zonas y neuronas del cerebro. A principios del s.XX, la cocaína se convirtió en el ingrediente principal en la mayoría de los tónicos y elíxires que se crearon para tratar numerosas enfermedades.

Hoja de coca
Su historia en Europa se remonta hasta 1750 cuando se introdujeron los primeros arbustos de coca desde Sudamérica. En 1859 se alcanzó por primera vez el aislamiento del alcaloide por Albert Niemann. Hacia 1884 se empezó a usar como anestésico en clínicas en Alemania. Aproximadamente al mismo tiempo Sigmund Freud escribió sobre sus efectos en su obra Über Coca (sobre la coca).

“El efecto psicológico de la Cocainum mur en dosis de 0,05 a 0,10 gramos consiste en la excitación y la euforia retenida, la que no se diferencia mucho de la euforia de las personas sanas. Falta totalmente el sentimiento de alteración que acompaña a la excitación por alcohol, también falta el efecto característico inmediato del alcohol de ansiedad. Se tiene la sensación de incremento del autocontrol, se siente gran vigor y de capacidad de trabajo. Pero si se trabaja se extraña la excelente y elegante excitación e incremento de las fuerzas intelectuales por alcohol, té o café. Se es simplemente normal y se tiene pronto el esfuerzo de creer que se está bajo el efecto de algo.”

En 1895, Freud era usuario habitual de cocaína. Durante su adicción, en 1900, publica su obra La interpretación de los sueños.
Sigmund Freud

Durante un tiempo la cocaína fue un símbolo de la medicina moderna y era el ingrediente fundamental de cualquier brebaje que saliera a la venta. La coca y su alcaloide se utilizaban de diversas formas, entre otras, una de sus recetas más populares consistía en mezclarla con vino. Vin Mariani era una bebida que contenía vino y extractos de hoja de coca. Fue creada en 1863 por Angelo Mariani quien la promovía atribuyéndole una gran cantidad de propiedades terapéuticas. La bebida gozó de gran popularidad entre artistas e intelectuales europeos de la época. Algunos afirman que los papas Pío X y León XIII fueron especialmente entusiastas del tónico. La mezcla de alcohol etílico y cocaína que contenía la bebida producía un efecto estimulador del sistema nervioso central similar al de la cocaína sola, pero que se veía potenciado por la generación en el hígado de un tercer compuesto llamado etilencoca, producto de la reacción entre un metabolito de la cocaína y el etanol.


Pero si esta mezcla de vino y coca nos parece algo descabellado, más lo parece la receta original de una famosísima bebida, la Coca-Cola. El farmacéutico John S. Pemberton, en 1886, desarrolló una bebida refrescante para intentar dejar su adicción a la morfina. Consiguió dejar la morfina pero cayó en la adicción de esta bebida hecha de extractos de la hoja de coca. La primera receta del refresco Coca-Cola contenía extractos de hojas de coca. La Coca-Cola llegó a contener 9 miligramos de cocaína por vaso, pero en 1903 se eliminó cuando se descubrió el potencial adictivo de la sustancia, sustituyendo esta por cafeína buscando el mismo efecto. La empresa Coca-Cola no menciona en su historia el empleo de estos extractos. Aún hoy en día Coca-Cola contiene extractos no-alcaloides de hojas de coca.

John S. Pemberton
Láudano
El láudano es una preparación compuesta por vino blanco, azafrán, clavo, canela y otras sustancias además de opio; usada con fines medicinales en una gran variedad de drogas patentadas durante el siglo XIX. Se usaba comúnmente para reducir cualquier tipo de dolor, desde el dolor provocado por la salida de los dientes en los niños a los típicos dolores producidos por el cáncer y otras enfermedades terminales; para adormecer, para la ansiedad, para el tratamiento de la diarrea y para eliminar la tos en todo tipo de procesos, desde una simple gripe a una tuberculosis.

Su principio más activo es la morfina, pero también incluye cantidades menores de codeína y de narcotina, aunque existía una versión de láudano sin este alcaloide, la narcotina. Paradójicamente, la narcotina no tiene propiedades narcóticas, y sólo provoca molestias estomacales y vómitos.


Al láudano y al opio se les consideraba el medicamento más importante de todos los que existían en la farmacopea de aquella época. Algunos de sus usos no han sido superados por ningún otro fármaco moderno, y sigue estando disponible en varios países, entre ellos España, mediante su elaboración como fórmula magistral, concretamente el láudano de Sydenham. En España se vendía en las boticas al precio de 30 céntimos por gramo, en el año 1925.

Puede que nos escandalicemos con los medicamentos que utilizaban nuestros abuelos, pero ¿ellos sabían lo que estaban tomando? El mayor problema de estos “remedios” era la adicción. Hoy en día también consumimos sustancias adictivas como la cafeína, nicotina y otras drogas que, tal vez, ni siquiera sabemos que estamos consumiendo.  Así que cambio la pregunta ¿de verdad era tan nocivas estas sustancias en comparación con las de hoy en día? Lo sabremos dentro de 100 años.


Fuentes:
wikipedia.org
historiasconhistoria.es

1 comentario:

  1. Me parece muy elegante y cercana tu cuartilla dedicada a este asunto. Es muy dificil hacer bien y seriamente la tarea de divulgación. (...de la infinidad de niveles de divulgación que se necesitan) . Es curioso lo que comentas al final del artículo, ponciendo sobre la mesa la cifra de 100 años, que podrían separarnos de la necedad de ahora a la que tengamos pasado ese tiempo. Lo verdaderamente curioso es que hasta hace 100 años (exáctamente 106) todos los fármacos que mencionas son los que se llevaban utilizando desde SIEMPRE, sin que hasta entonces hubieran sido motivo de escándalo, muertes, adicción, delincuencia, trastornos físicos o psíquicos, en fin, todo lo que estas últimas generaciones de humanos nos hemos tenido que creer. Toda la delicalideza, elegancia, cariño, nobleza, arte que le hubieramos dedicado se ha visto reducida a una pequeñisima producción de huevos Faberghé!.
    Un saludo fuerte.
    t.

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