Harry Houdini fue un famoso ilusionista
y escapista, responsable de convertir el escapismo en un entretenimiento
reconocido. Nació en Budapest el 24 de marzo de 1874. Su verdadero nombre era
Erik Weisz. Su familia se trasladó a Appleton, Wisconsin cuando él tenía 4 años,
debido a que su padre había sido designado rabino de una nueva congregación.
Para ayudar a su familia económicamente,
Erik comenzó a trabajar desde muy pequeño vendiendo periódicos y abrillantando
zapatos. Pero un día, su padre lo llevó a ver a un mago y quedó tan impresionado
que comenzó a interesarse por la magia. Se marchó de su hogar en busca de fortuna
con circos ambulantes, pero regresó con 13 años, cuando su familia se trasladó
a Nueva York.
Sacó el nombre de Harry Houdini
al leer las memorias de Jean Eugène Robert-Houdin, considerado como el padre de
la magia moderna, a quien el joven de inmediato convirtió en su ídolo. Decidió
utilizar el apellido del mago, añadiéndole una i al final que quiere decir
“parecido a Houdin”.
Aunque comenzó su carrera como
mago humorístico haciendo trucos con barajas, pronto comenzó a considerar
practicar el escapismo. En aquella época algunos espiritistas invocaban
fantasmas mientras permanecían atados, para evitar sospechas de fraude. Houdini
percibió que se liberaban manipulando la escena con efectos mágicos, que
aseguraban eran reales. Houdini decidió convertir el escapismo en el número
principal de la actuación, dejando completamente fuera los contactos con
espíritus, ya que no creía en fantasmas y consideraba estas actuaciones como
grandes farsas.
Aunque era profesional en todas
las ramas de la magia, era conocido por sus escapismos imposibles. Concebía la
magia como un espectáculo en sí misma y demostró gran habilidad para liberarse
del interior de cajas fuertes arrojadas al mar, de camisas de fuerza colgado
boca abajo de rascacielos, de esposas, cuerdas, baúles cerrados con candados y
cadenas de cualquier tipo. Hay quien dice que una obsesión de Houdini era la
muerte. Llegó un momento en su carrera que casi todos sus retos supusieron un
enfrentamiento directo con la muerte, espectáculos que cautivaban, a la vez que
agobiaban, al público, tanto que algunos abandonaban la sala antes de que
terminara la actuación.
Siempre tuvo un gran afecto por
su madre, algo que marcó su vida y que a veces llegaron a calificar en cierto
modo de “enfermizo”. Al morir su madre decidió dedicar su vida a desenmascarar
a los médiums, reproduciendo y denunciando sus trucos y publicando artículos en
revistas sobre sus trucos y la psicología del engaño. Los millones de muertos
de la Primera Guerra Mundial, así como los avances en las ciencias, la
electricidad y el cambio de siglo habían producido un resurgimiento de lo
paranormal. En salones de espectáculos médiums y espiritistas hacían su negocio
contactando con el más allá.
Houdini nunca había creído en el
espiritismo y tal vez el detonante de esta guerra contra los espiritistas
comenzó cuando una médium intentó contactar con su madre, fallecida años antes.
Cuando la médium transcribió el “mensaje literal” que había recibido, Houdini
reveló que difícilmente podía ser su madre porque el mensaje estaba en inglés y
su madre solamente hablaba una mezcla de alemán, húngaro y yidish. La médium también
le comunicó que el mensaje lo encabezaba una cruz, pero su familia era judía.
Se disfrazaba y, gracias a sus
conocimientos, acudía a reuniones para desenmascarar a los farsantes. Antes de
morir, preparó una prueba definitiva contra su tan odiado espiritismo. Creó un
código, consistente en diez palabras secretas, que comunicaría a su mujer en el
plazo de diez años tras su muerte. Si alguna vez contactaba a través de algún
médium «desde el más allá» usaría esas palabras, de modo que ella pudiera tener
la certeza de que el contacto era genuino.
La muerte de Houdini se podría
calificar como absurda, sobre todo después de enfrentarse cara a cara con la
muerte innumerables veces durante sus espectáculos.
En octubre de 1926, Houdini
se encontraba en Montreal, mientras descansaba tras haber terminado uno de sus
espectáculos unos universitarios se dirigieron a él. Uno de ellos le retó a
recibir unos cuantos puñetazos en el abdomen, para comprobar si su resistencia
física era tan legendaria como se decía. El mago aceptó y dijo que respondería
con una sonrisa a cada golpe del muchacho. Pero mientras se preparaba
mentalmente para encajar el dolor, recibió un primer puñetazo muy fuerte de un
pelirrojo llamado William Lances, el cual era la estrella de boxeo de la
universidad, a éste primer golpe siguieron varios más. Aunque Houdini aguantó con
una sonrisa durante la apuesta, los puñetazos le provocaron una rotura de
apéndice que ya estaba inflamado a causa de una apendicitis.
A pesar del dolor y la fiebre
Houdini quiso seguir trabajando durante los días siguientes, pero sufrió dos
desmayos en una actuación y fue hospitalizado. Tras varios días luchando contra
la enfermedad, sucumbió. En la madrugada del 31 de octubre de 1926, Houdini
fallecía a sus 52 años. Los médicos emitieron un informe en el que indicaban
una peritonitis como causa de la muerte. Aunque no estaba claro, los médicos
dijeron que el apéndice podía llevar días inflamado antes del incidente con los
estudiantes.
Durante diez años después de la
muerte del mago, su mujer realizó múltiples sesiones de espiritismo, esperando oír
las diez palabras con las que su marido le había prometido comunicarse con ella.
Durante todos eso años, diversos espiritistas aseguraron haber entrado en
contacto con el espíritu de Houdini, aunque su mujer aseguró que nunca recibió
el código secreto.
Transcurridos los diez años, Bess celebró una última sesión, sin éxito como todas las anteriores. Apagó una
vela que había mantenido encendida junto a la fotografía de su marido y dijo: “Diez
años son suficientes para esperar por cualquier hombre”. Desde entonces, es
tradición invocar al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.
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