La
llamada Gripe española (también conocida como la Gran pandemia de gripe, la
Epidemia de gripe de 1918 o la Gran gripe) fue una cepa letal de la gripe
común, denominada gripe A, Influenzavirus A o
H1N1. Tras registrarse los primeros casos en Europa, al parecer en
Francia, ésta pasó a España, un país neutral en la guerra y que no censuró la
publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias, de ahí
que, pese a ser un problema internacional, se le diera este nombre por parecer
en las informaciones de la época que era la única afectada, pero, en realidad,
el paciente cero fue registrado en Kansas el 11 de marzo de 1918.
Aunque
la Primera Guerra Mundial no causó la gripe, la cercanía de los cuarteles y los
movimientos masivos de tropas ayudaron a su expansión. Los investigadores creen
que los sistemas inmunológicos de los soldados se debilitaron por la tensión
del combate y los ataques químicos, incrementando las probabilidades de
contraer la enfermedad.
Esta
pandemia nivel 5, no sólo superó en cantidad de víctimas a la Peste Negra, sino
que además incluso multiplicó varias veces en número a los caídos por la Primera
Guerra Mundial. La Guerra mató a 21 millones de personas en cuatro años, la gripe
A de 1918 hizo lo mismo en los primeros cuatro meses. Se cree que ha sido una
de las pandemias más letales en la historia de la humanidad, que mató entre 50 y
100 millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1920.
En
total el 2,5% de la población mundial falleció y un 20% sufrió este subtipo del
virus de la gripe, científicamente denominado H1N1. De hecho, su índice de
mortalidad es cientos de veces superior al de los subtipos comunes de gripe.
Empezó
como una versión más grave de la gripe común, aparte de los dolores de
garganta, dolores de cabeza y fiebre habituales, en muchos pacientes, pero la
enfermedad progresó rápidamente en algo mucho peor, mutó, sólo
la quinta parte de los infectados tuvieron síntomas leves, el resto
cayó gravemente enfermo y muchos murieron, algunos en cuestión de
horas, otros aguantaron algunos días. Sufrían escalofríos y fatiga extrema que
a menudo iban acompañadas de líquido en los pulmones, agravado con
neumonía bacteriana.
No
existía cura, todo lo que los médicos podían hacer era tratar que los
pacientes se mantuvieran en reposo para evitar que el liquido de sus pulmones
los ahogaran tan rápidamente. Pero alargar el tiempo de agonía tenía un
inconveniente, el”tono azulado” de las caras de las víctimas con el tiempo se
volvió marrón o púrpura y sus pies se volvieron negros. Los desafortunados
morían de neumonía bacteriana, una infección secundaria para la que no había
antibióticos, y de haberlos no serían efectivos.
Lo
más curioso de esta gripe es que afectaba con mayor saña a los adultos jóvenes,
de entre 20 a 40 años, y en menor medida en niños y ancianos, incluso habiendo
un familiar infectado en la casa.
Varios
países europeos y americanos entraron en un estado de histeria masiva, y en
muchos de estos se llegó a implementar desde toque de queda hasta la detención
de ciudadanos que vagaran por la calle sin protección respiratoria. Las calles
y los centros públicos quedaron desiertos, por consejo de las autoridades
sanitarias; se cerraron escuelas, iglesias, hasta los transportes quedaron sin
usuarios. Las morgues y hospitales
prácticamente se abarrotaron de cadáveres, derivando el traslado de cuerpo
directamente a quemaderos industriales o a grandes fosas comunes, aunque sus
familiares los reclamaran, con el fin de deshacerse rápidamente de los mismos.
La
gripe mortal tuvo tres brotes, el primero en el primer invierno de 1918, la
segunda ola atacó a finales del verano y principios del segundo invierno de
1918, y la tercera en la primavera de 1919.
Hay tres hipótesis sobre el origen de esta
epidemia mundial. Se sabe que la H1N1 o gripe A es una variante de la H5N1 o
gripe aviar, las aves no pueden transmitir el virus a los humanos, pero sí a
los cerdos, y la gripe porcina sí se transmite a los humanos.
Como el primer individuo enfermó en Kansas, se sospecha que el origen estuvo en
una epidemia de gripe porcina en USA. Los primeros contagiados fueron los
soldados de un destacamento de Kansas. En marzo de 1918, varios cientos de
soldados enfermaron en Fort Riley, Kansas. Al menos 50 murieron, pero el
resto de la compañía fue enviado a Europa portando con ellos el letal virus.
Otra hipótesis apunta a que la gripe comenzó en el Himalaya, de Asia pasó a
Europa, y de aquí a África y América, debido a la movilidad humana, el despliegue
de tropas, los vuelos transoceánicos y la gente que huye de la guerra. La
tercera hipótesis acusaría a las aves. Lo que comenzó siendo una gripe aviar,
se fue extendiendo por todo el mundo siguiendo los patrones de migración, las
aves autóctonas enfermaron, de ellas pasó el virus a los cerdos y finalmente a
los humanos. También está la hipótesis de la conspiración alemana, que nunca
puede faltar, en la que acusaban a los laboratorios Bayer de haber creado un
arma química, que no fue más que propaganda de guerra.
Un
grupo de doctores intentó desarrollar la vacuna, el equipo se desplazó a la
prisión militar de la isla Deer, en el puerto de Boston, con la intención de
experimentar con los presos. Se garantizó la libertad para el preso que
superara la gripe. Se ofrecieron 300 voluntarios, de los cuales los doctores
eligieron a 62. Como medio de contagio inyectaban a los sujetos
tejidos pulmones infestados de los fallecidos, luego se les rociaban
los ojos, la nariz y la boca con aerosoles infecciosos. Si no enfermaban, se
les aplicaba en la garganta secreciones tomadas directamente de los
enfermos y los moribundos, o se pedía a un enfermo que les tosiera en la cara.
Ninguno enfermó. Lo más curioso de todo es que los médicos no sabían que en ese
penal ya hubo un brote de gripe, y los presos que quedaban eran los
supervivientes, por lo tanto estaban inmunizados. Los únicos contagiados fueron
los doctores que fallecieron y no pudieron desarrollar la vacuna.
Con
el fin de estudiar la gripe española, los científicos han empleado muestras de
tejido de víctimas congeladas para reproducir el virus. Dada la extrema
virulencia del brote y la posibilidad de escape accidental o liberación
intencionada de la cuarentena, hay cierta controversia respecto a las bondades de
estas investigaciones. Una de las conclusiones de la investigación fue que el
virus mata a causa de una ‘tormenta de citocinas’. Durante una ‘tormenta de
citocinas’ se produce una retroalimentación positiva que se vuelve repetitiva
en exceso, y pierde el control que normalmente el organismo ejerce sobre la
misma, llevando a la producción excesiva de citocinas y la deterioración de
tejidos a causa del proceso. Como resultados, intensas fiebres, mareos y fatiga
extrema llevan a la muerte, incluso, de adultos jóvenes, lo que explica su
naturaleza extremadamente grave y el perfil poco común de edad de las víctimas.
Fuentes:
anfrix.com
tejiendoelmundo.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario